sábado, 14 de mayo de 2016

Los carolingios

–Mi padre se llama como yo, y yo me llamo como mi hijo. Mi  nieto se llamaba como su padre.

–¿Ha muerto?

–No, sólo se cambió de nombre.

–¿No le gustaba Carlos?

–Eso parece. Ahora se hace llamar Carla.

[Microrrelato presentado al V Concurso de Microrrelatos Fundación Pública Gallega Camilo José Cela.]

sábado, 30 de abril de 2016

Descanso

No sabía el tiempo que llevaba viajando por el espacio. Le parecía que toda una eternidad. De hecho, el tiempo ya no significaba nada para él. Estaba fatigado, exhausto. Necesitaba un sitio donde reposar. También donde distraerse, ¿por qué no? Se detuvo y miró alrededor; no había nada. Estaba claro que ningún otro vagabundo había pasado por allí. Quizá hubiera cerca algún área de descanso, un albergue para peregrinos espaciales. Sin embargo, prefería estar solo. La mayoría de los viajeros eran unos fanfarrones; no los soportaba. Descansaría allí mismo.

Durante un largo rato miró la negrura que le rodeaba. De repente exclamó:

–¡Hágase la luz!

Y la luz se hizo.

[Microrrelato presentado al Certamen de ENTC del mes de abril de 2016.]


lunes, 14 de marzo de 2016

Estimado señor Picio

Estimado señor Picio:

La expresión “Ser más feo que Picio”, que motivó su carta de protesta, en modo alguno da a entender que usted sea feo. Dicha expresión se emplea sencillamente para determinar el grado de belleza de alguien. Está lejos de nuestro propósito, señor Picio, juzgar su fealdad.

Atentamente,

Real Academia Española

miércoles, 24 de febrero de 2016

El final de una historia de la radio

Kumaglak y Qamut eran amigos y, por lo tanto, rivales. Durante años compitieron por el amor de Availuk, que harta de ellos se acabó marchando con un inuit que trabajaba con los qallunaat. El día en que alguien les habló de aquel extraño certamen, se propusieron ganarlo.

Consiguieron un mapa y buscaron la ciudad a la que tenían que llegar. Les pareció lejana. Qamut dijo que iría por el este, la ruta más corta. Kumaglak decidió tomar el camino del oeste.

Tuvo que dejar el trineo y casi todos sus perros –sólo necesitaba llevar uno– cuando llegó a regiones donde no caía casi nunca la nieve. A Kumaglak le asombraba la cantidad de fronteras que había. Se hizo todo un experto en cruzarlas de noche.

Mucho tiempo después de haber partido, Kumaglak alcanzó por fin la ciudad. Comenzó a preguntar en la lengua de los qallunaat por el edificio en el que tenía que presentarse. La gente le miraba asombrada. Alguien le dio la dirección. Se dirigió allí. Cuando se acercaba, vio a Qamut. Casi se había olvidado de él. Corrió para llegar antes que su rival. Corrió. Corrió.

[Microrrelato presentado al Certamen de ENTC del mes de febrero de 2016.]


domingo, 27 de diciembre de 2015

Loba

Mi madre no paraba de decirme que tenía que convertirme en loba. A ella y a mi padre les había ido bastante mal como corderos. Siempre agachando la cabeza. Siempre huyendo.

Por lo tanto, sólo porque mi madre me lo pidió, me puse una piel de loba. Hice que me afilaran los dientes. Dejé de balar y aprendí a aullar. Superé mi miedo a pasar todo el día rodeado de feroces lobos. Venciendo mi asco, me acostumbré a comer carne.

Todo lo hice porque me lo pidió mi madre, porque la amaba y la respetaba. Devorarla formaba parte de mi disfraz de loba. No entiendo por qué se enfadó tanto cuando le di el primer mordisco. ¿Por qué me pidió que parara? No podía parar. La manada entera me estaba mirando. El lobo que había acercado su hocico al mío me observaba.


[Microrrelato presentado al Certamen de ENTC del mes de diciembre de 2015.]

jueves, 24 de diciembre de 2015

Abatido

El timbrazo del teléfono le sobresaltó. Por un momento estuvo tentado de no responder, pero después pensó que no le llamarían si no fuera importante.

–Sí.

–Se ha producido un tiroteo.

La voz del ayudante sonaba vacilante. El sheriff imaginó que había pasado la noche bebiendo. Pidió que le repitiera la dirección. No, no hacía falta que fuera nadie más. Él se encargaría.

Se vistió lentamente. Se pasó la mano por la mejilla. El afeitado tendría que esperar.

–¿Qué sucede?

–Nada. Vuelve a dormirte.

–¿Te preparo un café?

–No. Volveré en una hora –dijo sin mucha convicción.

Hacía un frío terrible fuera. Contempló las estrellas. No, no nevaría. A la camioneta le costó arrancar. Durante unos instantes se quedó pensando el mejor camino para llegar. Aquella dirección estaba al otro lado del pueblo.

El trayecto se le hizo eterno. Cuando llegó, alguien esperaba en la puerta.

–Sheriff, yo no…

–¿Qué ha pasado?

–Escuché un ruido… Me asusté… No podía imaginar…

Entró en la casa. Allí, junto al árbol de Navidad estaba tendida una enorme figura vestida de rojo. En medio de un charco de sangre. El sheriff se preguntó si no estaría teniendo una pesadilla.

[Microrrelato presentado al Certamen de ENTC del mes de diciembre de 2013.]


domingo, 13 de diciembre de 2015

El disfraz del pretencioso

–¿De qué vas disfrazado? No consigo adivinarlo.

Se echó un trago antes de responder.

–¿No lo adivinas?

Le miré de arriba abajo. Ni idea. Desde luego no era como Salvador que, no había duda, iba de Cervantes, con su lechuguilla, su jubón y sus medias. Había logrado un buen efecto pintando su mano izquierda de gris y dejándola colgar fláccida a un lado del cuerpo.

Moisés llevaba algún tiempo apareciendo a nuestra tertulia semanal sin afeitar. Ahora tenía un divertido bigote. Para evitar preguntas, se presentó a la fiesta con una taza y una magdalena. Cuando alguien le pedía una foto, no olvidaba llevarse la mano a la mejilla.

También teníamos un Kafka, un Homero, un Hemingway, un García Lorca, pero ¿de qué demonios iba disfrazado Juande?

–Vamos. Dime de una vez quién eres. ¿Mailer?

–¿Ese idiota? No. ¿No lo ves…? Voy disfrazado de mí mismo.


[Microrrelato presentado al Certamen de ENTC del mes de febrero de 2014.]